lunes, 19 de mayo de 2025

ELEGIR ESCUELA INFANTIL




Muchas veces, cuando nos planteamos llevar a nuestros hijos a una escuela infantil, lo hacemos desde una necesidad más que desde una decisión soñada. Y está bien reconocerlo.

No siempre es por deseo. A veces es porque se termina la baja. Porque el trabajo aprieta. Porque la conciliación, tal y como está montado todo, no existe.

Y entonces, con más o menos culpa, con más o menos dudas, llega esa búsqueda: ¿a qué escuela infantil lo llevo?


Y en medio de toda esa necesidad, también hay una fuerza silenciosa: la de muchas familias que, aunque no puedan quedarse, se esfuerzan en elegir el lugar más respetuoso posible. No para “dejar” a su bebé, sino para que lo cuiden como ellos lo harían.

Eso ya es un acto de amor.


No buscas un sitio donde estar. Buscas un sitio donde ser

Porque una escuela infantil no es solo un espacio físico ni un horario. Es el primer entorno emocional fuera de casa. El primer sitio donde nuestros hijos e hijas conviven sin nosotras. Donde se frustran, ríen, exploran, se adaptan, se expresan o se retraen.


Por eso, incluso cuando no es la opción que hubieras querido al 100%, sí puedes mirar con conciencia. Observar. Preguntar. Escuchar lo que te dice el cuerpo cuando entras.





¿Qué observar cuando visitas una escuela infantil?

Aquí te dejo algunas claves concretas que pueden ayudarte a elegir desde un lugar realista, pero también respetuoso:


1. Las ratios reales.

Pregunta cuántos niños hay por cada educador/a. No solo lo que dice la normativa. Si hay 15 niños por una sola persona, por mucha buena intención que haya, el cuidado profundo no es posible.


2. El respeto por el movimiento y la manipulación.

¿Pueden moverse libremente o están sentados la mayor parte del tiempo? ¿Tienen acceso a materiales sensoriales, naturales, no dirigidos? En esta etapa, el cuerpo y las manos son el camino del aprendizaje. Observando el ambiente de la escuela, la decoración, el tipo de mobiliario, la disposición podemos tener muchas pistas...


3. Si acompañan el ritmo de cada niño.

¿Respetan que unos caminen antes y otros después? ¿O comparan, empujan o corrigen? Esto es clave para no dañar la autoestima temprana.


4. Cómo se acompaña la retirada del pañal.

¿Se hace en función del ritmo de cada niño o en función del calendario del aula? ¿Se presiona? ¿Se castiga el escape? El control de esfínteres es madurativo, no educativo.


5. Cómo se gestionan los conflictos entre niños.

¿Se separa y se grita? ¿O se acompaña y se da lenguaje emocional? ¿Se entiende que pelear también es parte del desarrollo?


6. Si hay acompañamiento a las familias.

¿Se ofrecen tutorías reales, momentos de escucha, puertas abiertas? ¿Hay escuela de familias? ¿Sientes que puedes hablar con confianza si algo te preocupa?


7. La presencia emocional del adulto.

Más allá del discurso, observa. ¿Cómo miran a los niños? ¿Hay ternura? ¿O se sienten sobrepasados, tensos, distantes?






Si estás viviendo este proceso y te encuentras en la zona de Alicante, quizás quieras conocer este proyecto de escuelas infantiles privadas.




No se trata de lo ideal, se trata de lo posible… con conciencia

No todos podemos elegir quedarnos en casa. No todos podemos acceder a todas las opciones. Pero siempre podemos mirar con lupa. Hacer preguntas incómodas. Escuchar a nuestros hijos cuando vuelven. Y sobre todo: confiar en nuestra intuición.


Que jueguen, que se muevan, que se manchen, que exploren.

Que lloren si lo necesitan y haya alguien que los abrace.

Que no se les meta prisa por crecer, ni por obedecer, ni por aprender.


Porque la infancia no se repite. Y el lugar donde la vivan, deja huella.


¿Y tú que criterios seguirías a la hora de elegir una escuela infantil?

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