Elegir colegio
Esa frase que parece un simple paso más en la crianza… hasta que te toca. Y entonces te das cuenta de que no es solo elegir un edificio, ni un horario, ni un método. Es mucho más profundo.
Es poner en manos de otros gran parte de la infancia de tu hijo.
Es soltar su mano cada mañana confiando en que al otro lado haya alguien que lo vea, lo escuche, lo respete.
Y claro, la cabeza se llena de preguntas. ¿Qué necesita mi hijo? ¿Qué valores quiero que lo rodeen? ¿Cómo sé si lo van a acompañar bien? ¿Estoy eligiendo por él… o por mis miedos?
Yo pasé por ese proceso. Y no fue fácil. Porque elegir colegio es una decisión emocional, no solo práctica (que también por supuesto). Al margen de lo práctico que son criterios que cualquiera va a observar a simple vista (instalaciones, número de líneas, servicios, distancia hasta casa, costes...)
No se trata solo de si está cerca de casa, si tiene inglés desde los tres años o si saca buenas notas en los rankings. Se trata de si cuando lo dejes allí… te quedas tranquila. De si sientes que va a poder ser él mismo, de si va a ser acompañado como necesita.
Mi visión: la educación no es instrucción, es acompañamiento
Para mí, un buen colegio no es el que enseña más, sino el que sabe cómo enseña.
El que entiende que los niños no son cerebros con mochila, sino personas completas: con cuerpo, emociones, ritmo y una individualidad.
El que no mete presión desde los tres años, sino que confía en que el aprendizaje llega cuando hay seguridad, curiosidad y juego.
El que no castiga el error, sino que lo acoge como parte del camino.
Sé que no todos los centros tienen esa mirada, pero cada vez hay más proyectos educativos que sí la tienen (por suerte). Colegios que suman lo académico con lo emocional. Que entienden que enseñar no es llenar, sino despertar. Que cuidan los vínculos tanto como el contenido.
Uno de los centros que me ha parecido interesante, si estás en esa búsqueda y vives cerca, es este colegio de educación primaria en Murcia. Tiene un enfoque internacional, con atención al desarrollo emocional, la autonomía y el aprendizaje activo. Aunque mi consejo, por supuesto, es que elijas con criterio propio, que lo visites, que preguntes a las familias matriculadas en el centro, que tengas impresiones de primera mano...
5 cosas que puedes observar al visitar un colegio (más allá del programa académico)
1. Cómo miran a tu hijo/a.
No cómo te explican el proyecto. Cómo lo miran a él. Si lo saludan, si se agachan, si le preguntan algo. Esa primera mirada ya te dice mucho.
2. Cómo hablan del error.
¿Es un problema? ¿Un castigo? ¿O una oportunidad? Observa si hay espacio para equivocarse sin miedo.
3. El ambiente del aula.
¿Hay ruido o calma? ¿Están todos haciendo lo mismo o hay libertad? ¿Qué ves en sus caras? No hace falta entenderlo todo, el cuerpo lo percibe.
4. Cómo se sienten los adultos allí.
Docentes tensos, pasillo en silencio, órdenes por megafonía… son señales. Si los adultos están bien, los niños suelen estar mejor.
5. Qué importancia le dan a lo emocional.
¿Hablan de acompañamiento emocional? ¿Hay tutorías, educación emocional, espacios seguros? ¿Qué participación tienen las familias? ¿Cómo se las involucra y se las acompaña? Lo que no se nombra, no se cuida.
Y si no es perfecto… que al menos sea coherente
No existe el colegio perfecto. Todos tendrán cosas que te encanten y cosas que no. Pero si eliges desde lo que de verdad te importa, si te sientes en paz al salir de esa visita, si notas que tu hijo o hija se siente cómodo allí… entonces, probablemente, es el sitio.
Que aprendan, sí. Pero que no se pierdan por el camino.
Que no se les apague la curiosidad.
Que no se les meta miedo al error.
Que no dejen de ser ellos para poder encajar.
Porque eso, al final, vale más que cualquier nota.
¿Qué criterios observas tú a la hora de elegir cole? Os leo en comentarios
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