Muchas veces, cuando nos planteamos llevar a nuestros hijos a una escuela infantil, lo hacemos desde una necesidad más que desde una decisión soñada. Y está bien reconocerlo.
No siempre es por deseo. A veces es porque se termina la baja. Porque el trabajo aprieta. Porque la conciliación, tal y como está montado todo, no existe.
Y entonces, con más o menos culpa, con más o menos dudas, llega esa búsqueda: ¿a qué escuela infantil lo llevo?